La poesía de Laura Giordani tiene 
“vocación de intemperie”. Su escritura se expone a la fragilidad de lo 
diminuto, desplazándonos a aquellas regiones de lo real tan 
desapercibidas como inermes. Hay “viaje adentro”, no como repliegue 
ensimismado, sino como incursión en esa “herida sin clausura que es 
vivir”, constitutiva de lo humano. En esa grieta nace un hontanar que 
desafía la gravedad desde una “infancia futura”, ligada a la promesa de 
una mirada nueva. Por eso Laura evita la grandilocuencia: para 
revelarnos en la pequeñez texturas vulneradas, belleza inédita, anatomía
 de un mundo imperceptible donde se fragua lo visible. Y si su poética 
esquiva el encantamiento, lo hace traspasando el umbral de la medida 
habitual, para detenerse en esas minúsculas muertes diarias que 
aprendimos a naturalizar. De ahí su interrogación del fragmento, la 
detención inicial en esas “alacenas de besos olvidados” que acompañan 
como una sombra el porvenir. La noche retorna, próxima: allí está la 
gravedad de las horas y la promesa del resguardo. Porque en tensión con 
la noche, y a pesar de lo probable, persiste la promesa de una blancura 
que mancha.
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Entrevista a Laura Giordani en el programa Definición de Savia, de Rádio Círculo, en torno a Noche sin Clausura, por los poetas Esther Ramón y Juan Soros:
 

 
 
 
 
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