domingo, 23 de enero de 2011

Fragmento del prólogo de "Los más queridos nombres", de Tirsa Caja. Por Eva Chinchilla


"La voz de Tirsa Caja no es de las que tienen la intención de conducirte por un sentido único, tampoco por las vías del doble sentido,  antes es una voz de las que abren posibilidades: Ella tenía en su voz los registros necesarios,/ Los sentidos abiertos en todas las palabras.  Al escucharla cualquiera puede comprobar cómo de manera extraordinaria su timidez actúa de megafonía: de una voz si no rota, sí polifónica de cortes y pausas, si no dodecafónica, sí con algo tan irresistible como resistente en ella: además de los registros de una voz, los modos de herirla o desaparecerla, algo que sabe hacer con maestría en tantos poemas de Los más queridos nombres.
(...)
Y la experiencia de su poesía, indudablemente también canto: mejor que nadie, como tantas otras verdades, lo sabe decir el poeta Manolo Romero,  gran duende de este libro: “es esta una voz hacia dentro, una voz de fado”.  Y si añadimos la analogía caja-jaula es porque en poesía, como en otras artes, el uso de lo real se pone al servicio también de la transformación de lo real. La poesía de Tirsa atraviesa y derrumba fragmentos de lo real, y si te aferras únicamente a lo que quedó en pie, estarás renunciando a la posibilidad de una transformación: convertirás el principio de un derrumbamiento que permite la salida, el viaje interior, la mutación -al modo de esas cajas en cuyo interior sucede la magia, sobre todo la de juntar lo seccionado previamente-  en una jaula. Si te atreves, lo que se mantiene de tu realidad podrá equipararse ahora con aquello otro a lo que te asoma. Si te asustas, permanecerás convertidx en aquello que te impide salir y que además es aquello a lo que te aferras: quedas expuesto, pero no libre; con todo, aún entonces Caja ofrece la magia generosa de mostrarte la jaula o la isla en la que tanto de ti aún vive." 


EVA CHINCHILLA

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