Tres poemas del libro:
Estas
cuencas que se alzan
y
no te ven, alojan
dos
lunas muertas.
Nos
parecemos:
con
la luz del vocablo
yo
te alumbro
luna
para otros, rayo
extenuado
pernoctando en mi frente.
Lo
demás para las dos
es
fulgor prestado, noche
sin
clausura.
[Luna de una ciega]
Este
cielo –archipiélago encendido sobre los cráneos- será prodigio
renovado cada noche, mientras los ojos se abran al fulgor que llega
tardío a las retinas, fogata de un náufrago muerto hace tiempo.
Nuestras cuencas rastrean algún signo,
alguna hoja de
ruta en los astros
convalecientes de
un esplendor remoto, como si custodiaran algo que nos pertenece en su
pulso quebrado por la longitud del viaje.
Traducimos
en belleza ese furor de polvo y gases y luz a la deriva: diáspora
que sólo encuentra permanencia en nuestra frente.
[Cielo
nocturno]
Suspendidos
en la pelvis, dos frutos custodian las semillas con la luz opalina de
sus yemas. Arca de los nacimientos, almácigos con todas las edades a
cuestas, resistiendo en la penumbra la extenuación de las fuentes
con el hálito de la sangre y la sola determinación de su seda.
La
luna alza sus racimos en la tierra y hunde en el vientre de cada
mujer sus esquejes, orbita el sueño de la materia, el mandato de
nacer y morir desovando veintiocho soles muertos.
La
humanidad estiba todo su polen: los por nacer, los que nunca
asomaron, en dos barcas blandas diminutas
como almendras.
[Ovarios]
Laura
escucha la respiración de la tierra bajo la que tiembla un mundo.
Ejecuta una delicadísima tarea de arqueología, exhumando lo que
debe tatuarse en la memoria. Lo hace con la serenidad que destilan
las imágenes pintadas por Fra Angelico y la determinación
infatigable de quien no puede sino hundir sus manos en la noche más
negra, para arrancarle los destellos que nos permitan seguir de pie.
En los poemas de Laura no hay impostura, prótesis ni ornamento; no
tienen flecos ni sobras, no hay exceso. Han sido cincelados
amorosamente, con toda la ternura y la fiereza de la que el amor es
capaz. Los poemas de Laura no son artefactos. Son la resistencia
convertida en acto poético puro por una mujer que salta sin soga,
sin arnés y sin red.
4 comentarios:
Siempre me llega muy adentro la poesía de Laura.
Hoy, sobre todo, la de los ovarios, me impacta cómo los llega a describir con tanta poesía.
Me alegra mucho, también, la existencia de esta línea, de este blog.
Besos,
Amelia
Gracias Amelia. Es cierto, la poesía de Laura hace vibrar las fibras más soterradas de nuestro imaginario poético.
Un abrazo.
excelente, qué buena noticia!!!
poesía "cincelada amorosamente" como dice Mariel Manrique y cuya delicadeza y fuerza calan en lo hondo.
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