jueves, 7 de octubre de 2010

Ese reptil anegado en barro (Ana Vega, "Breve testimonio de una mirada")

Ese reptil anegado en barro.
La experiencia del frío verde
y la humedad,
las calles desiertas
al grito.
El residuo animado y chirriante
que deja el dolor
tras de sí.

Nada.
Nada alrededor.

Como si un muerto
anidase el vientre.

Y una advertencia en el aire:
el dolor lo engulle todo.

miércoles, 6 de octubre de 2010

A veces los niños (Mar Benegas, "Niña pluma, niña nadie")

a veces los niños
hacemos el amor
sobre una barra de pan

por debajo de la espalda
se extiende un campo
aunque no haya suelo
y sólo una hogaza nos sostenga

amasar sin ropa
las pieles que tiemblan
dedos, ojos y boca
se mezclan con las migas

levadura y agua tibia
fermentan despacio
en un rito alquímico de masticar
aquello recién horneado

es la metamorfosis del trigo
la que deja las manos manchadas:
harina y media medida de miedo

nos cogemos, nos sujetamos
el uno al otro
porque tememos caernos
por cualquiera de los bordes

Primera flor de almendro. De "Con voz de punta", de Estrella Juárez

PRIMERA FLOR DE ALMENDRO

Hay una almendra amarga en el pozo del pecho.
Dentro de las palabras la saliva traidora
envenena el lenguaje,
y en el pulso del verbo hay una red azul
de esperma detenido.
Un mar secreto, un mar de olas oscuras,
una tiniebla extraña.

martes, 5 de octubre de 2010

Del epílogo de "La mujer anochecía" de Ada Menéndez. Por Oscar D'aniello (sin tilde en la o por petición del autor)

Es Ada. La puta, la tierna, la mujer que anochece y disfruta como tantos muchos. Grande, única, del pueblo, del club de los que se arrojan al mar de noche. Cuando no ves nada, ni siquiera tus pies. Cuando no sabes por dónde caminas aunque sientas el gustito de la arena entre los dedos. Valiente, como el ciclista ante la escapada. Ada es así. Pa' lante, transparente. Si te incomoda, busca otro sofá. Ada no se esconde ante un velo de misericordia, no pretende caer bien ni hacerte un masaje.

Del prólogo de "La mujer anochecía" de Ada Menéndez. Por José Luis Piquero

¿En dónde encajaría una poesía como ésta en el panorama poético español? No sabría decirlo y no me tienta en lo más mínimo clasificar a Ada y a su obra, ponerle un código de barras. Pero, tras leerla, me atrevo a decir que su lugar es el de los que no se conforman, los que no siguen el camino marcado sino que van, tozudamente, a contracorriente y tienen una curiosa fijación: decir la verdad aunque duela. Ada Menéndez se desnuda porque quiere, porque necesita hacerlo, y nos gusta el cuerpo de su poesía, en la que todo es verdad. No hace falta ninguna otra etiqueta.

domingo, 3 de octubre de 2010

Los niños siempre tenemos hambre (Mar Benegas, "Niña pluma, niña nadie")

los niños siempre tenemos hambre
y comemos serrín o cristales
según el día lleve zapatos
o venga vestido de brumas

es entonces que vivimos sin cobijo
los pedales y la cesta,
las rodillas se doblan
y acontecen como un júbilo

es entonces que sólo la palabra
como una medalla en el pecho
puede salvarnos
inventar la realidad, otra,
súbita y poderosa,
que dé nombre a las cosas
nombres nuevos
para los cuerpos y bicicletas
que no nos duelan tanto

y es ella, la palabra
la que rige este mundo imaginado,
anidando como pájaro de hojas
es ella la que nos salva
cuando la escribimos con tiza
por las calles de los pueblos

Razón de olvido (Estrella Juárez, "Con voz de punta")

RAZÓN DE OLVIDO


Con agujas de pino, cosía un dobladillo
a una hoja caída.
Después me la entregó.
Me la puso en la palma de la mano.
Dijo que era una estrella.
Me gusta este verso donde escribo mi nombre.
Ahora, le doy la vuelta a los bolsillos
buscando aquella hoja.
Tal vez su corazón recoge lluvia.
Estrella Juárez nace en Espiel (Códoba). Desde niña, tras las lecturas de Miguel Hernández y Antonio Machado comenzó su interés y formación en la poesía. En 1996 entra a formar parte de la Asociación Española de Amigos de la Poesía de Móstoles (ASEAPO), donde fue presidenta durante 4 años. Comienza entonces a organizar una serie de ciclos y recitales así como de talleres de iniciación a la poesía en Colegios, Institutos, Centros Culturales y otras asociaciones e instituciones públicas y privadas. También ha sido actriz de teatro e impulsora del Certamen de Dicción y Declamación para Niños desde el año 2002. Además desde  1985 recibe formación y la influencia de poetas como Mario Benedetti, Pepe Iglesias, Manolo Romero, Gonzalo Escarpa, Eva Chinchilla o Basilio Rodríguez Cañada.
Ha publicado parcialmente su obra en publicaciones periódicas como Cuadernos del Matemático, Rimas o Atlas de Divagantes. También ha publicado en las antologías “Las manos en el semblante” “Esta boca es vuestra” “Antología del flamenco” y “Boca avoca” así como en otras publicaciones antológicas de la Fundación Centro de Poesía José Hierro. Asimismo ha participado en el  proyecto “Getafe, ciudad de ángeles”.
Con voz de punta supone la realización de un sueño, poder ver uno de sus mejores poemarios publicado.

Fragmento del prólogo de "Con voz de punta", Estrella Juárez. Por Tacha Romero.

Uno no deja de sorprenderse cuando descubre a Estrella Juárez. Lo que hay detrás de ella y de su poesía parece siempre un misterio, una sorpresa constante que a veces te emociona de tal manera que apenas sí puedes respirar. Hay en su verso, en su ritmo, una magia especial, distinta, algo que te lleva, te conmueve, te deja el corazón en vilo. Lejos de toda obviedad su mano te zarandea del amor al desasosiego y después a la conciencia y la fortuna de estar vivos. Teje página a página su historia y nos envuelve en su ternura, en la indefensión de una niña que parece estar siendo testigo de su propia vida mucho más allá de los años, como asomada a la rendija de una puerta que siempre permanece abierta por más que pase el tiempo. En sus versos encontramos la soledad y la duda, el miedo a avanzar sola por una vida hostil que transforma a Estrella en dos mujeres, Estrella madre y Estrella hija y detrás de ambas el miedo.

También se palpa su fuerza, la belleza y la contundencia de las imágenes dejan ver una poeta con carácter que sabe captar el momento exacto en el que ocurre la poesía y nos adentra en un universo en el que todo está a flor de piel, donde se respiran herida y cicatriz al tiempo y donde poema a poema nos vamos dejando mecer por un lenguaje profundo e íntimo que nos abraza y nos hace mirar desde sus ojos.