La primera es la del concepto de ‘obediencia’, es decir, cumplir la acción de quien manda; esto conlleva que quien habla está donde no da la luz de los focos, en la penumbra, en ese espacio nunca resaltado en los periódicos, si acaso en un breve perdido entre noticias estúpidas; esa obediencia llevada al extremo cristaliza en ese verso espeluznante en el que la poeta afirma “mi hijo es fruto de una orden”.
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Por último, me gustaría añadir otros elementos a destacar en la creación de los poemas: primero, el de la conciencia de sermujer de la poeta, mostrándonos muchas veces una realidad aumentada cuyo fin es potenciar lo más posible la percepción de la realidad física; y segundo, una apuesta estética alejada de lirismos trasnochados en la que, de vez en cuando, aparece una ironía capaz de radiografiar parte de la sociedad en la que vivimos con un humor soberbio.
Héctor Castilla
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